Saturday, January 16, 2010

Casi perfecto (II)




- "Ahora bésame chamo, que para eso me acerqué."

No pude sino sonreir, sabiendo que íbamos a terminar en la cama. Ya habían pasado 3 meses después de aquella vez que me mandó a comer mierda. No la culpo, me iba del país y ella se quedaba. Ella buscaba no salir herida y yo sólo la buscaba a ella.

Había vuelto por las vacaciones decembrinas y no había perdido de vista mi objetivo. Sabía que me había revalorizado en el mercado venezolano porque -por alguna extraña razón- todo el que se va es más atractivo. Las mujeres lo que quieren es pasarla bien sin ningún tipo de compromiso (a contrario de lo que piensan muchos). Ella tenía un novio o algo, no me importaba.

No le había avisado que estaba de vuelta en el país. Ella trabajaba. Fui hasta su casa un jueves en la tarde -en horario laboral- le dejé una rosa en el buzón y un papelito que decía "Sexy, mañana alas 6pm". Patético. Pero era costumbre cuando salíamos y bueno, hay que trabajarlo. Usualmente me respondía la mañana siguiente con un "vale" o "hoy no". No me quedaba otra que esperar.

Aunque ya lo esperaba, su respuesta negativa me sorprendió un poco. "Estoy saliendo con alguien, sexy" y el clásico "no creo que deberíamos" llegaron esa misma noche a mi celular, lo cual me decía que la sorpresa había hecho efecto. Las mujeres son tan engañadas. Ni ellas mismas se creen.

Por supuesto no le respondí el mensaje. Les encanta que uno haga eso. Esperé hasta el sábado para hacer mi próxima movida, la cual estaba planificada metriculosamente desde el primer momento. No lo niego, me sentía muy orgulloso de todo esto. Mi alfil estaba en posición hace rato anticipando lo obvio. Es tan fácil este juego que ni yo mismo lo podría arruinar.

Tuesday, October 13, 2009

NO SERVICIO


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Besos.

Monday, April 13, 2009

Casi perfecto (I)


"Yo no te quiero". Eso fue lo que dijo, eso fue lo que le dejó. Una frase que lo dejaba todo muy claro, pero aún no era tan hiriente como las intenciones de ella. Él tampoco la quería, pero sí la deseaba. Cómo la deseaba. Soñaba con ella, pero no soñaba por ella. El deseo y el sexo tienden a disfrazarse de amor, cubriendo una ola de sentimientos en un solo canto. Mas el canto no era verdadero. No era amor verdadero, ni siquiera era amor.

Él había vuelto a casa esa misma noche, sin dejar de pensar en lo que había pasado. Su mente sólo podía enfocarse en un único sentimiento frívolo, sorprendiéndose a sí mismo por lo vacío, por lo primitivo, por ser el único punto de encuentro entre ambos y por comprender que era lo único que quería de ella: follársela una vez más. Su fijación se convirtió en una obsesión; haría de todo por tener sexo una última vez. No era despreciable el reto, las mujeres suelen tener un punto de inflexión en la relación donde es casi imposible que cedan de nuevo. Él se aferraba a ese casi como una garrapata hambrienta.

Ellos habían sentido atracción el uno al otro desde el primer día que se conocieron. No era una relación de película hollywoodensa (de esas de antaño), era física pura, fresca y única. Ella le había comentado sobre las teorías de atracción de las personas, la cual sucedía meramente en partículas del cuerpo (a través de la sangre o algo parecido) al inicio de la relación. Presagio de lo inevitable.

La primera vez que lo hicieron era casi la última vez que decidían verse. Habían pasado unos meses iniciales de abstinencia, manteniendo una relación normal aparente. Hablaban, salían, se besaban pero no liberaban la tensión. De hecho, eso los fue derrumbando poco a poco. Su relación era un fraude. Lo único que necesitaban del otro era sexo. Pero aún no lo sabían, no lo buscaban, no lo visualizaban. Error. Pero llegó en el momento justo, antes de que fuera demasiado tarde. Ella tenía que regresar temprano, él tenía que hacerla llegar tarde. Habían ido a comer y beber en algún lugar para terminar besándose en el carro apasionadamente. No dejaban respirar al otro. Se tocaban, se movían por todo el carro, se daban vuelta, nunca dejándose de besar. Habían pagado el ticket de estacionamiento, los carros pasaban frente a ellos, los parkeros caminaban peligrosamente cerca; nada de eso importaba. La pasión era indetenible. Era como si una fuerza mayor los manipulara, sin dejar chance al libre albedrío. Tenían que hacerlo y tenían que hacerlo en ese lugar, en ese momento. Y así lo hicieron.

Él recordaba con frecuencia aquella vez. Sobretodo ahora, cuando no la tenía. A partir de ese momento su relación se transformó en citas en hoteles, camas, cuartos, haciendas, playas, baños, ascensores y carros. Particularmente su carro, que era el sitio predilecto cuando no tenían con qué pagar algo distinto. La relación se había sincerizado, siendo ahora totalmente coherente con sus necesidades. Él sonrió. Sabía que no era el fin, al menos no creía en ello. El placer era enorme para no disfrutarlo. Sin embargo, él no era mujer. Mas aún, él no era ella. No casi...

Wednesday, September 3, 2008

C'est la Vie

"Vive cada día al máximo, obtén el máximo de cada día, de cada hora, de cada edad de tu vida. Sólo así podrás ver el futuro con confianza y el pasado sin remordimientos".


Si Kurt Cobain estuviera vivo, probablemente se suicidaría. Una de las cosas más importantes que dejó escritas en su carta de suicidio fue "It´s better to burn out than fade away", lo cual significa que es mejor quemarse que apagarse lentamente. Esta frase enmarca muchísimas cosas, las cuales algunos no entienden pero muchos sí.

La vida comienza en el ser humano y la inocencia es síntoma de felicidad. Nunca he conocido a un niño que busque respuestas de la vida y se deprima por las situaciones en las que se encuentra. La infancia es tan feliz como ignorante de su propia agonía. Muchos recuerdan con lágrimas ser un niño, mientras que los niños ni siquiera se detienen a pensar por qué son niños, que esa edad nunca vuelve y que deberían aprovechar todos los momentos de infancia posibles porque esos son los que atesorarán con mayor fuerza y servirán para marcar su vida. No, simplemente juegan. Y punto. ¿Para qué más?.

Luego llega la adolescencia, la muy decepcionante adolescencia. También dicen (¿quienes?) que son los mejores años , pero son los años en donde se descubren que las verdades son inciertas que la realidad es inexistente y que la vida puede llegar a no tener sentido. Años de motivación y desmotivación, de crueldades y felicidades. En fin, años maravillosos que pueden llevar directamente a la nada. De repente muchos se despiertan un día y analizan cada segundo de su día a día, estando totalmente desmotivados por absolutamente todo lo que acontece diariamente. Y es que, muchos sueños de infancia se desvanecieron, muchos amigos quedaron como enemigos, en mucho tiempo se ha sufrido y muchas historias se han consumido. Sólo queda uno. El adolescente. La persona. El ser humano. Solo. Pensando y reflexionando día a día, viviendo pero sin realmente vivir. Épocas de depresión constantes. Un vacío aparece sin poderse llenar. Un vacío donde una motivación por vivir debería estar.

Kurt dejó de sentirse motivado por hacer lo que más le gustaba: música. Ir de viaje, giras, conciertos, ir a estudios, tocar guitarra, divertirse, pasarla bien... Simplemente no le funcionaba ya, era hora de cambios. Pero cuando los cambios no funcionan, muchos llegan a la salida más fácil: Dejar de vivir. No es querer morir, es todo lo contrario. Es terminar donde existe aún rayos de felicidad que morir de a poquito, lentamente, hasta ser una persona mayor llena de arrepentimientos. Melancolía, nostalgía y tristeza maracarán la vida (o la no vida) de esa persona.

Esa NO es la sálida, pero tampoco sé donde está la solución. Todavía queda un mundo por recorrer, gente por conocer y millones de historias que vivir y ser contadas. Poder recordar qué eras en la infancia, qué soñabas y qué querías, para hacerlo. No es fácil. Es lo más difícil de hacer la verdad. Pero es mejor. Es mejor que quemarse y es mejor que apagarse lentamente. Es vivir cada día al máximo, sin pensar, sin saber por qué, sin analizar y sin dejar de soñar.

Saturday, August 2, 2008

Nosotros y ellos

4:13 am. Sigo aquí. Me levanto de la silla y me dirijo al baño, a tan solo 3 pasos de mi cama. Busco el papel toilet sin prender la luz, arranco un pedazo del rollo y me devuelvo a mi silla. Miro a la pared como si mirara el horizonte, allá en las costas de Vargas, allá en Puerto Azul. Es una pared blanca, sin sentido, pero puedo ver perfectamente el ocaso. La vista es increíble. La pared se transforma en cielo, en un paisaje; el sol dejando sus últimas pinceladas con la iluminación perfecta, de un día perfecto, de una época perfecta.

A mi lado están todos, con caras de felicidad. Estamos hace cinco años, ignorando el futuro, disfrutando el presente ahora pasado pero ahora presente otra vez. El tiempo no existe. Acabo de echar un chiste sobre el porqué lavarse los dientes si se vuelven a ensuciar. En esa época todo daba risa. "Ahí viene Claudia -dice la prima-, vamos de una vez". Los zamuros vuelan a lo lejos mientras caminamos hacia el malecón, hablamos de cualquier cosa indistinta que a la vez mantiene toda nuestra concentración. Nuestros pasos están sincronizados como lo están nuestras vidas. Mientras camino escucho levemente el sonido de las olas, el cual me relaja, y pienso en lo frío que debe estar el agua del malecón. Igual me voy a lanzar.

Extiendo mi mano derecha y tomo el papel, lo doblo de manera que parezca un cigarro y lo introduzco en mi hueco derecho de la nariz. Doblo mi cabeza hacia arriba, me sienta mejor. He estado todos estos días con gripe, produciendo cantidades industriales de flema (especialmente en el hueco derecho) sin saber el por qué de su olor. Huele a mierda, lo juro. Jamás en mi vida había tenido algo así y eso que tengo gripe todos los días. Veo el techo, olvidado. Con mi mano derecha, le doy vueltas al papel buscando todo resto de moco que pueda llevarme con él, como quien finaliza una compota y no quiere dejar nada dentro del frasco, introduciendo la cucharita varias veces por todo el borde interno de la compota. De pera. Al fin logro sacar algo de mi nariz y boto el papel a la basura, llena de infinitos papeles iguales. Me quedo observando el techo de nuevo. Es contradictoriamente ilimitado.

A Hugo se le acaba de caer el celular por las rejillas del catamarán hundiéndose hasta el fondo del mar. Todos ríen, él no. Usualmente tiene buen humor, él y su primo Javier siempre se la pasan riendo. Esta noche vinimos al catamarán de un tal Paprr, bebiendo y riendo como siempre, como la semana, como la playa, como nosotros mismos podemos reír sin complicación alguna.

Meyling está a mi lado, una chica que conocí por la prima de uno de mis mejores amigos. Estamos acostados en las rejillas del catamaran, los demás se fueron a hacer no se qué. Mey me habla de medicina, de que estudia en los Estados Unidos en un lugar donde hay muchísimos venezolanos y que el chicle SÍ es biodegradable (qué extraña la medicina que dan en el norte), mientras yo me encargo de observar sus hermosos labios. Eran perfectos. Rojos de verdad -no como los labios esos color carne- con la curvatura ideal del labio superior y el complemento perfecto del inferior. Una boca para besar. Justamente años después observaría, en la misma mesa donde estaba sentado, cómo sus labios estaban siendo interrumpidos por una lengua babosa de un imbécil. Siempre es un imbécil, siempre hay un imbécil. Creo que nunca he sido el imbécil de alguien más, me ha tocado es ver desfilar imbéciles en decenas de mujeres. Mujeres que no saben lo que quieren, como nadie, como todos. Aunque estoy seguro que esa noche en el catamarán, Hugo sabía que quería su celular de vuelta.

Vuelvo a repetir el procedimiento del papel en forma de cigarro, creo que llego a disfrutarlo a veces. La basura está a punto de rebosar su capacidad pero no me importa. La verdad es que muchas cosas dejaron de importarme ya. Como ella, como todas ellas. Hoy hace cinco años, pensando así, las cosas hubieran sido distintas. Hubiese sufrido más, siendo consciente del sufrimiento, abrazándolo, olvidándome del grupo de gente que me hacía sentir bien. Quizás hasta feliz. Tal vez buscaría la forma de calmar el sufrimiento en ese momento, ahorrándome cinco años de crecimiento exponencial y continuos desengaños, probando soluciones en vez de problemas. Problemas que, a la larga, nunca tienen soluciones.

Capaz sería mejor para estar más calmado en este presente, pero definitivamente no hubiese sido uno de los recuerdos más felices del día de hoy. Me levanto, voy al baño y cojo otro trozo de papel.



Sunday, June 15, 2008

Mind race

Pienso, luego existo. Existir es un estado mental donde la vida hace su cauce y las personas alrededor coexisten. Coexisten en un estado mental. ¿Acaso no pueden ser controladas? ¿Dependen de sí mismas? Todo está quieto, pero intranquilo. Ya no hay ansías ni motivación, mucho menos pasión. Quién logra esto, logra la vida. Mantener la emoción, el "rush" que drena los sentidos. Pasión de ser. Sed de vivir, como dirían por ahí.

Si cierro los ojos, el mundo sigue ahí. Si los abro, también. Quién es el mundo, quién es en su totalidad un ser. De dónde parto y a dónde voy. ¿Qué busco? o mejor aún, ¿A quién busco?. Se trata de encontrar a alguien quizás, se trata de tener a alguien. Cuidar, querer, amar. Verbos peligrosos...morir. Exactamente qué es morir y en qué se diferencia de vivir, si es que hay diferencia.

Volver a la infancia, a un estado sublime. Felicidad. Persuit of happyness, lograr algo. Tener una meta que lograr, objetivos. La guerra es un objetivo. Destruir al enemigo. ¿Cuál es el enemigo? Son todos iguales. Todos deben morir. Todos deben vivir. Conciencia.

Freud no sabía nada, pero lo inventó. Igual que el otro. No recuerdo su nombre, una vez estudié sobre él. El pupilo de freud...cómo coño era su nombre. ¡Jung! Ese que parece nombre chino (o japonés, es igual) pero en realidad es suizo. Suizo y nazi. Por conveniencia claro está. Quién no era nazi era judío, quién era judío era un cadaver. Ser un cadaver.

Muerte. Todo pensamiento conlleva a la muerte. Pensar entonces es morir. Pienso, luego muero.

Thursday, March 20, 2008

Hold your breath

No vengo a contar nada. Ni a relatar una historia, ni escribir una teoría, tampoco desahogar sentimientos o proclamar amores. No estoy para eso.

No vine a contar la nostalgia que tengo, ni mucho menos la tristeza que tendré en unos cuantos meses. No vengo a decir lo emocionado que puedo estar por algo, pero a la vez lo melancólico que puede ser. No tengo ganas de escribir sobre cómo estos días han sido solos, cómo el tiempo se mantiene quieto y cúanto tiempo estaré sin aliento.

No puedo expresar el cansancio y el conformismo, el no querer hacer nada y sentirse bien al respecto. No debo soñar muy lejos, ni imaginar cuentos de hadas con princesas ortodoxas que luego se perderán en viajes y travesías. No quiero pensar en las mil fantasías.

No estoy para arriesgar mi alma. No necesito exponerlo todo y desnudarme. No es conveniente darlo el todo por el todo, pensar en musicales, actuar en historias, protagonizar novelas. Aunque...no puedo evitarlo.

No temas. No estaré mal, tan solo moriré un poco más.